Capítulo 17: El amigo

De vuelta en casa, enciendo el portátil y sigo la rutina de rigor: le echo un ojo a Twitter, pongo algún “Me gusta” en Facebook y respondo un par de correos electrónicos con un “LOL” o un “WTF?”. Hoy, no obstante, vuelve a haber algo anómalo en el correo, algo más allá de mensajes insustanciales y anuncios de descuentos increíbles. Antonio Carril, un antiguo colega de la universidad, me envía un e-mail. Hace años que no lo veo pero habíamos estado manteniendo el contacto a través del correo electrónico. Últimamente nos habíamos distanciado y los mensajes se habían ido espaciando cada vez más en el tiempo. Antonio se había vuelto pesimista y taciturno, sus palabras eran deprimentes.

Antonio Carril ha tenido una carrera meteórica en el mundo del periodismo. Comenzó en la radio local y desde ahí fue escalando profesionalmente, pasando por las redacciones más importantes del país. Fue uno de los pioneros de la prensa gratuita y levantó varios proyectos online tan exitosos como efímeros. En la universidad, fuimos amigos de verdad, de juergas, amores y decepciones.

Antonio me felicita en el correo por el artículo de Puche, aunque sus palabras no son especialmente entusiastas. Me pregunta cómo va y todo eso y me invita a una conferencia que dará esta misma tarde en Barcelona. Dice que nos podemos tomar un café y charlar un rato. Le contesto que sí, que iré, por los años en los que fuimos héroes.

Estoy a punto de apagar el ordenador cuando un “bing” me alerta de la llegada de un nuevo correo. Es Ana, mi primer amor, o quién sea que se esconda tras esa cuenta, que contesta a mi grito de desesperación. Dice: YO TAMPOCO.

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